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¿Qué es mejor para una empresa, digitalizar o transformar?
Las empresas no tienen el propósito de innovar, es decir, su misión no es la de estar inventando nuevas formas de hacer las cosas sino que están para generar valor a unos clientes
Si bien estaríamos de acuerdo con esto, también sabemos a ciencia cierta que sin innovación una empresa no tiene futuro.
¿Demasiado contundente?
Actualmente, tenemos un exceso de oferta en la mayoría de sectores de actividad y el cliente tiene la ventaja de poder escoger.
La elección que hacemos como clientes sobre un producto o servicio cuando compramos entre empresas (B2B) tiene distintos criterios, en esta pirámide de valor se agruparon cuales son los principales.
Desde este punto de partida, y con el propósito de aportar valor a nuestros clientes satisfaciendo alguno de estos criterios que ellos valoran, aparece la pregunta del ¿cómo lo hacemos?
Y es en ese momento, muy actual, en el que aparece el dilema sobre si digitalizar o evolucionar.
Según McKinsey (2018) menos del 30% de las empresas que activan un plan de transformación digital consigue alcanzar los objetivos planteados.
Otros estudios, como éste de IESE-PENTEO, dan resultados más exitosos y los ingredientes de las empresas que lo consiguieron.
¿A qué se debe esta tasa tan baja de éxito? Y es que transformar no es una tarea simple, menos lo es hacerlo digitalmente.
Hablaremos de digitalizar cuando queramos dar eficiencia a un proceso existente gracias a la tecnología (eg: seguimiento de ventas con un software (CRM),, automatización de un proceso de fabricación, utilización de bots en la atención al cliente) dando por válido la forma en la que se está llevando a cabo.
Y hablaremos de transformar/evolucionar/mutar cuando propongamos la implantación de un cambio cultural dentro de la empresa que permita fomentar una cultura innovadora (comunicación, participación y desarrollo por parte de las PERSONAS) con el objetivo de poder reformular procesos o experiencias existente para dar eficiencia pero también usabilidad mediante la tecnología (o no 🙂, y aunque esto suponga cambiar total o parcialmente la forma en que se lleva a cabo las actividades en ésta empresa (eg: implantar un sistema de trabajo para poder trabajar desde cualquier sitio, pagar en una tienda sin tener que pasar en caja, conectar startups a empresa para transferir innovación)
La velocidad con la que los clientes nos piden cambios, la ausencia de propósito innovador en el adn de la empresa, y sobretodo, el brillo con el que la tecnología nos deslumbra con sus grandes avances hace que este dilema tienda a balancear en la mayoría de casos hacia la digitalización.
Digitalizar es beneficioso si está dentro de un plan en el que se contempla la iniciativa como tal, es decir, la de digitalizar un proceso que ha sido analizado y definido.
Pero no esto no es lo habitual.
Por el contrario, en la mayoría de ocasiones nos encontramos ante un proceso de digitalización que ha provocado algunos de los siguientes problemas:
- Implantación de tecnología que no cubre las necesidades del proceso, que queda aislada de otro proceso relacionado,o bien, que simplemente no es utilizada por las personas
- Equipos de personas asumiendo tareas manuales y rutinarias que no aportan valor a la empresa pero que son necesarias hacer para completar un proceso (eg: análisis de excels de distintas fuentes para obtener información de negocio)
- Adaptación de la empresa a las distintas herramientas digitales en vez de adaptar las herramientas a la forma en que opera la empresa
- Frustración y desconfianza para resolver nuevos retos del negocio con la tecnología.
¿Cuál es la propuesta que proporciona un uso usable y eficiente de las tecnologías?
Aquella que aborda de forma holística, es decir, desde el propósito de la empresa y las personas que forman parte de ella (clientes, colaboradorxs, proveedores), y que le permite definir:
- La situación de partida de la empresa, desde varios puntos de vista como es el de las personas, la organización y la cultura existente.
- Las iniciativas activadas en el ámbito de la transformación digital y los resultados obtenidos hasta ese momento, junto a sus dificultades, retos y exitos.
- Los recursos y capacidades existentes en la empresa en términos de personas, herramientas y sistemas.
- Las necesidades de negocio con el impacto que generarán y el orden de prioridad.
- El conocimiento y observación sobre qué tecnologías pueden tener un impacto en el negocio actual, para poder aprovecharlas y anticipar disrupciones.
Este planteamiento debe ser llevado a cabo de una forma ágil, y evidentemente sin detener la actividad de la empresa, para poder seguidamente definir un plan de acción que enmarque las distintas iniciativas, pero que sobretodo, permita a la empresa aprender haciendo (learning by doing) y consiga implantar la cultura innovadora en su adn para evolucionar hacia su nueva mejor versión.